Vigilar y castigar nacimiento de la prisión

Quizás nos dan hoy vergüenza nuestras prisiones. El siglo XIX, se sentía orgulloso de las fortalezas que construía en los límites a veces en el corazón de las ciudades. Le encantaba esta nueva benignidad que reemplazaba los patíbulos. Se maravillaba de no castigar ya los cuerpos y de saber corregir...

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Detalles Bibliográficos
Otros Autores: Foucault, Michel, 1926-1984 autor (autor), Garzón del Camino, Aurelio. traductor (traductor)
Formato: Libro
Idioma:Castellano
Publicado: México ; Madrid: Siglo Veintiuno Editores 1978.
Edición:Tercera edición en castellano
Materias:
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Descripción
Sumario:Quizás nos dan hoy vergüenza nuestras prisiones. El siglo XIX, se sentía orgulloso de las fortalezas que construía en los límites a veces en el corazón de las ciudades. Le encantaba esta nueva benignidad que reemplazaba los patíbulos. Se maravillaba de no castigar ya los cuerpos y de saber corregir en adelante las almas. Aquellos muros, aquellos cerrojos, aguellas celdas figuraban una verdadera empresa de ortopedia social. A los que roban se los cencarcela; a los que violan se los encarcela; a los que matan, también. ¿De dónde viene esta extraña práctica y el curioso proyecto de encerrar para corregir, que traen consigo los Códigos penales de la época moderna? ¿Una vieja herencia de las mazmorras de la Edad Media? Más bien una tecnología nueva: el desarrollo, del siglo XVI al XIX, de un verdadero conjunto de procedimientos para dividir en zonas, controlar, medir, encauzar a los individuos y hacerlos a la vez "dóciles y útiles". Vigilancia, ejercicios, maniobras, calificaciones, rangos y lugares, clasificaciones, exámenes, registros, una manera de someter los cuerpos, de dominar las multiplicidades humanas y de manipular sus fuerzas, se ha desarrollado en el curso de los siglos clásicos, en los hospitales, en el ejército, las escuelas, los colegios o los talleres: la disciplina. El siglo XIX inventó, sin duda, las libertades; pero les dio un subsuelo profundo y sólido -la sociedad disciplinaria de la que seguimos dependiendo-. Hay que volver a situar la prisión en la formación de esta sociedad de vigilancia. La penalidad moderna no se atreve ya a decir qeu castiga crímenes; pretende readaptar a los delincuentes. Pronto hará ya dos siglos que se halla próxima y hasta cierto punto emparentada con las "ciencias humanas". Tal es su orgullo, su manera, en todo caso, de no sentirse demasiado avergonzada de sí misma: "No soy quizá todavía del todo justa; hay que tener conmigo un poco de paciencia y ver cómo me estoy volviendo sabia". Pero ¿de qué manera la psicología, la psiquatría, la criminología, podrían jutificar la justicia de hoy, puesto que su historia muestra una misma tecnología polític aen el punto en que se han formado las unas y las otras? Bajo el conocimiento de los hombres y bajo la humanidad de los castigos, se encuentra cierto dominio disciplinario de los cuerpos, una forma mixta de sometimiento y de objetivación, un mismo "poder saber" (M. Foucault).
Notas:Traducción de: Surveiller et punir.
Descripción Física:314 páginas, [24] páginas de láminas
ISBN:9788432303326