Sumario: | La persona que desarrolla sus capacidades y acepta sus limitaciones es feliz y sabia. En cambio, quien no se esfuerza por acrecentar sus virtudes y controlar sus límites desperdicia su vida; dicho en lenguaje bíblico, no «respira» su vida y se hunde en el pecado.
La irresponsabilidad humana bloquea el crecimiento personal y tiene consecuencias duras. Por una parte, cuando el hombre rechaza el desarrollo de sus potencialidades, siembra su corazón de envidia al ver a quienes sí se esfuerzan; y, por otra, planta en su interior la depresión, al negarse a encajar los límites de la vida.
Estas páginas pretenden ayudar a que el ser humano sea cada vez más sabio y desarrolle una vida feliz. No basta con educar la mente, la inteligencia. Lo que importa, sobre todo, es saber educar los sentimientos, el corazón. Conviene bucear en el alma humana y sacar de ella las pautas de conducta que logren nuestra maduración y crecimiento interior.
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