Sumario: | Para entender mejor los discuros que integran el presente volumen conviene tener en cuenta, entre otras cosas, que en ellos ocupan un lugar preeminente los debates doctrinales que el Nacianceno tuvo que entablar con sus oponentes, para aclarar sus personales puntos de vista y, en sentido contrario, rebatir las opiniones erróneas de sus interlocutores desde el punto de vista teológico.
Los diez discursos que comprenden estas páginas se pueden dividir en dos partes bien definidad. En efecto, los cinco primeros son los que han dado una fama más universal a san Gregorio de Nacianzo, y que le han valido el sobrenombre de "el teólogo", mientras que los cinco siguientes podríamos clasificarlos como de circunstancias, pues son la festividad de unos mártires que se celebraba en la iglesia de la Anastasia, entre los cristianos fieles a la doctrina del concilio de Nicea; o la respuesta dada por el Nacianceno ante las calumnias que los arrianos profieren después de la fiesta de la Pascua de la Resurrección en la misma ciudad de Constantinopla; o la reconciliación entre nuestro Gregorio y Pedro de Alejandría, después del problema de Máximo el Cínico -como vimos en los Discursos XXV-XXVI, publicados en el volumen anterior- los temas que constituyen los objetivos de los cuatro discursos siguientes a los teológicos que se entregan en este volumen. Finalmente, el último de los Discursos que ahora se ofrecen aborda un asunta personal del mismo Nacianceno: su entronización en la sede de Cosntantinopla y la sucesiva intervención del emperador Teodosio en las cuestiones religiosas de la ciudad.
Estas diez puezas oratorias fueron desarrolladas por nuestro Gregorio en el espacio de dos años, durante los años 379 y 380, y dejan traslucir las grandes dotes del teólogo y el pastor, las dos actividades que consumieron los mejores años del Nacianceno.
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