Sumario: | San Agustín no nos ha dejado sumas teológicas, aunque se ve que se pensó en su utilidad. Por eso algunas obras suyas son resúmenes característicos sobre las verdades cristianas. Quizás el más representativo por su brevedad sea La Fe y el Símbolo; y más breve aún, El Símbolo a los catecúmenos; y como regla práctica de vida, La discipina cristiana.
El presente volumen tiene una característica especial: recoge el método y el afán de San Agustín como pedagogo y catequista.
Menos las dos obras La inmortalidad del alma y La Múscia, que se incluuyen aquí por exigencia de las Obras completas, todas las demás de este importante volumen pertenecen principalmente a la pastoral catequética de San Agustín, actividad que ejerció con mucha frecuencia durante cuarenta años, porque estuvo preocupado en profundizar la verdad que había encontrado y en comunidarla a los demás. El es quien acuña la palabra catecismo, quien aclara la cuestión de los "misericordiosos" deshaciendo sus errores y quien recomienda y desarrolla el diálogo de preguntas y respuestas en La catequesis a los principiantes, con resúmenes de la historia sagrada y de la historia de la Iglesia, brindando riquisimas intuiciones pedagógicas.
No se trata de recoger toda esta actividad de San Agustín, tan abundante en los Sermones y Enarraciones, sino de reunir los escritos más catequéticos con el método enseñado por el Santo, que tanto ha influido y sigue influyendo en la formación de la vida cristiana.
¿Cómo exponer las verdades de la fe? ¿Por dónde hay que empezar? ¿Qué recursos hay que utilizar para atraer, mover, deleitar y convencer, de modo que sin hastio se aprende y enseñe a vivir bien hasta el final?
Por todo ello, este volumen puede interesar extraordinariamente al hombre de hoy, sobre todo al cristiano; de modo especial puede ayudar a los pedagogos y catequistas, no menos que a los investigadores; a los seglares, no menos que a los clérigos y religiosos; al vacilante y al descreído, no menos que al creyente práctico y al místico. Porque quien quiera revivir en si mismo la visión del hombre, y mejor todavia la visión del cristianismo de San Agustín, basta con que lea los ejemplos de estas catequesis, y tendrá una visión entera.
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