Sumario: | Aunque la realidad última, inefable, no puede ser sino una y la misma siempre, el marco religioso en el que se vive influye en la posibilidad y modo de experimentar y en la interpretación de la experiencia. Un cristiano que practica Zen no sólo aprende y practica un nuevo modo de abismarse en el misterio, sino que aprende además un nuevo lenguaje que le abre horizontes nuevos.
En los últimos años ha ido creciendo la conciencia de que las diferentes perspectivas religiosas de la humanidad sobre la realidad última suponen una interpelación y un enriquecimiento mutuo. El presente libro responde a la necesidad de conocer el trasfondo del Zen y de “considerar con atención el modo de asumir en la vida religiosa cristiana las tradiciones ascéticas y contemplativas, cuya semilla había Dios esparcido con frecuencia en las antiguas culturas antes de la proclamación del Evangelio” (Ad Gentes artº 18).
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