Sumario: | "Durante milenios, las lomas, gargantas y crestas pirenaicas han sido transitadas por supervivientes y clanes, tribus y pueblos, clases sociales y minorías, chivos expiatorios y marginados, insumisos y revolucionarios. Un trasiego que, dependiendo de las circunstancias, se ha movido en la península al continente o viceversa. Son senderos que conducen a la libertad pero también a la muerte. Si los collados y torrentes hablaran, nos desvelarían cómo fueron aquellos últimos instantes, en canchales y remolinos, de quienes huían de la miseria y la esclavitud , del Antiguo Régimen y la conscripción obligatoria, del patriarcado y las leyes viejas, de los hornos crematorios nazis y del franquismo. No es tan raro acabar con los huesos en las montañas y ríos del Pirineo occidental cuando se escapa del trabajo forzoso, el tormento, la violación o el asesinato, porque lo habitual es adentrarse en la frontera sin amigas, sin contactos y sin comprensión, y encontrarse miradas sorprendidas, indiferentes u hostiles. La red de evasión Zaro, menos conocida que la Red Comète, fue una exitosa estructura clandestina franco-belga que operó entre 1942 y 1943 gracias a que, al contrario que otras veces truculentas y trágicas, las gentes que vivían en el entorno de la Selva de Irati colaboraron activamente con ella. Salvó a centenares de personas del nazismo y su excepcionalidad aconseja no olvidarla, para ser más eficaces a la hora de proteger a quienes se acercan a esta muga huyendo de la violencia del poder; a esos magrebíes y subsaharianos que hoy en día huyen de las guerras, del extractivismo neocolonialista y de los regímenes opresivos africanos sostenidos por los países occidentales" -- Contracubierta
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