Sumario: | La sociedad española no puede aspirar simplemente a regresar a la situación previa a la reciente crisis, en que el crecimiento se asentaba sobre un modelo de baja productividad, condicionado por un peso insuficiente del capital vinculado a las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), y un esfuerzo limitado en I+D. Ha surgido así un consenso sobre la necesaria modificación de ciertos rasgos de este modelo para asentarlo sobre bases más sólidas –la denominada economía del conocimiento– que garanticen mejoras en la productividad y mayores niveles de bienestar social. El objetivo de esta obra es valorar en qué medida las regiones españolas se encuentran preparadas para aprovechar las posibilidades que ofrece la economía del conocimiento, analizando hasta qué punto su posición económica relativa está relacionada con la disponibilidad y utilización de recursos o activos del conocimiento, como el trabajo altamente cualificado y determinadas categorías del capital productivo. Algunas actividades económicas son particularmente intensivas en el uso de estos activos, y por ello importa conocer su importancia en el tejido económico de cada región, ya que influye en su capacidad de crecimiento.
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