Sumario: | Alegato contra el estado actual del arte, sometido a las leyes del mercado, la banalización de la cultura del espectáculo, y la influencia del progreso tecnológico, donde ya no es la tecnología la que se adapta a nuestros deseos y necesidades sino nuestros deseos y necesidades los que se adaptan a la tecnología. El autor equipara este panorama con el estado de la biosfera, como algo que también está en peligro de extinción. Tomando ejemplos, que van de las pinturas del Paleolítico a la música pop, Martel va construyendo las bases de su pensamiento crítico a través de oportunas referencias a las reflexiones de Joyce, Wilde, Deleuze y Jung, entre otros, para hacernos recordar de nuevo que el arte y la emoción estética son un fenómeno humano innato que precede a la formación de las culturas y sociedades humanas, y expresa una realidad mucho más profunda y compleja que la que cualquier artificio ideológico o consumista pueda transmitirnos. Aunque los medios que utilizan son equiparables, el arte y el artificio difieren en sus objetivos. Más allá del mero deseo o repulsión que suscita el objeto, o lo que representa, toda experiencia artística capaz de conmovernos sobrepasa con creces la obviedad de cualquier discurso o de cualquier guiño del mercado. El arte no es un panfleto ni un objeto de consumo. Si lo dejamos actuar en libertad, es capaz de iluminar nuestro campo de visión o de sumergirnos tanto en nuestro propio misterio como en los misterios del mundo que nos rodea.
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