Sumario: | Mi cuerpo también es un libro que deslumbra por su inteligencia, su precisión expresiva y su absoluta ausencia de sentimentalismo. Sus páginas dibujan el retrato delicado de un cuerpo enfermo, una historia que avanza por el camino espinoso que conduce primero al diagnóstico cáncer y que después atraviesa la terapia. Pero, además, es un análisis riguroso y lúcido del dominio de la maquinaria médica sobre los cuerpos, con el que la autora abre en canal —igual que ella fue abierta— la vivencia del cáncer y los mitos que lo envuelven. Lejos de toda moraleja al uso, Mi cuerpo también reivindica la pertinencia de la voz del enfermo en el hospital y la autoridad sobre sí mismo. Combinando la crónica testimonial con fragmentos de ensayo descarnado, la autora escruta a conciencia y propone una alternativa al relato oficial de su enfermedad —que está contenido en el historial clínico y que comienza así: «Mujer joven afebril 27 años refiere dolor de espalda»—. Valiéndose de una prosa precisa como un bisturí y de imágenes penetrantes, logra hacerse cargo de su propio cuerpo, de su propio cáncer
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