Sumario: | "El que está ante ustedes es un hombre perdonado. Un hombre que fue y es salvado de sus muchos pecados. Y así es como me presento. No tengo mucho más para darles u ofrecerles, pero lo que tengo y lo que amo, sí quiero dárselo, sí quiero compartirlo: es Jesús, Jesucristo, la misericordia del Padre". Con estas palabras se presentó el papa Francisco a los internos del penal boliviano de Palmasola, durante su viaje a Sudamérica en julio de 2015. De modo análogo, en una entrevista concedida al padre Spadaro para la Civilta Cattolica, afirmó: "Yo soy un pecador. Esta es la definición más exacta. Y no se trata de un modo de hablar o un género literario. Soy un pecador". Un pontífice que reivindica el primado de la experiencia de su propio pecado pone en tela de juicio dos aspectos de la identidad sacerdotal: la figura del sacerdote penitente, que vive en la verdad la conciencia de su propia fragilidad; y la del sacerdote confesor, que desea derramar sobre su hermano pecador, ni más ni menos que él, la misericordia que él mismo ha experimentado. En estos terrenos se juega hoy el sentido profundo de la identidad de los sacerdotes y la misma reforma del clero, que prefigura la de toda la Iglesia -- Contracubierta
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