Sumario: | La tipografía y las artes gráficas en general han sido consideradas como una especie de santa hermandad a la que aparentemente solo pertenecían los elegidos. Cómo conseguían los tipógrafos esos bellos resultados en forma de textos o ilustraciones, a veces policromas, sobre un soporte, generalmente papel, es otro de los misterios que han rodeado a la tipografía tradicional, la que avanzó pasito a paso a través de los siglos hasta llegar a nosotros. También los sacerdotes del ritual, es decir, los viejos tipógrafos, los impresores y hasta los encuadernadores aparecían a la vista de muchos como personajes sagrados, mantenedores del rito, trasmisores de la cultura y del saber y realizadores de la maravilla que es todo lo impreso y todo lo encuadernado.Han pasado más de cinco siglos y medio desde la invención de la imprenta y las viejas técnicas gráficas, los sacerdotes de la diosa tipografía y toda su parafernalia han desaparecido de la noche a la mañana como por arte de ensalmo, sin darnos cuenta y sin que sepamos qué ha sido de ellos. Sin embargo, su maravilloso producto, el impreso y el libro, siguen ahí, como si nada hubiera cambiado, como si Gutenberg no hubiera muerto, como si los santones tipógrafos aún siguieran componiendo textos, imprimiéndolos y encuadernándolos, todo ello en el más absoluto de los secretos.
|