Sumario: | Cuando Dios creó al hombre y a la mujer, los creó libres. Semejantes a Él los creo, pues Dios mismo es libertad (Gn 1,27). Zubiri dirá que "la libertad es el culmen del ser humano". Nunca la libertad tuvo tanto reconocimiento como en la época moderna. Para el hombre y mujer modernos, nada tiene sentido sin libertad y por ella vale la pena arriesgarlo todo. El hombre no "tiene libertad" sino que "es libertad". Pero el concepto de libertad es muy escurridizo. ¿Qué entendemos por libertad? ¿Cuáles son los caminos que conducen a su plenitud? ¿De qué esclavitudes personales, sociales e históricas necesitamos liberarnos? ¿Es la fe una limitación de la libertad o, más bien, es fuente de libertad y de liberación? ¿Qué desafíos plantea la libertad a la misma Iglesia? Juan Mari Ilarduia entabla un diálogo entre fe y libertad, entre fe y modernidad. Para los maestros de la sospecha Dios es irreconciliable con la libertad. Para el creyente, en cambio, Dios es siempre el gran libertador: desde la liberación de la esclavitud de Egipto hasta la liberación del pecado y de la muerte en la Pascua del Hijo. Inspirándose en San Pablo, concluirá que la "gloriosa libertad de los hijos de Dios" está llamada a ser el verdadero signo de identidad del cristiano de hoy.
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