Sumario: | "La reflexión sobre el Espíritu Santo, y sobre su presencia y acción poderosa en los creyentes, ocupa un lugar central en la obra y pensamiento de san Agustín a la luz de la enseñanza de la Escritura, él llega a reconocer que la novedad de la vida cristiana tiene su origen en el don del Espíritu Santo que el Padre ha hecho y continúa haciendo a los creyentes por medio de Cristo resucitado. Así, el Espíritu Santo no solo perdona los pecados a los creyentes y los hace hijos de Dios por medio del bautismo, sino que también, derramando la caridad en los corazones, los purifica y los renueva, haciéndolos pasar progresivamente, desde la innata condición carnal, a la condición espiritual propia de los hijos de dios. Además, el espíritu Santo suscita el amor al bien y a la justicia, haciendo gozosa la observancia de la ley y liberando los ánimos de la constricción del temor. Finalmente, el Espíritu Santo distribuye muchos carismas a la Iglesia, con el fin de animarla, mantenerla unida en la fe, esperanza y caridad, y hacerla capaz de continuar con su misión evangelizadora en el mundo. Los bautizados deben alcanzar la conciencia de su presencia y dejarse guiar por él en todo momento, y así, no presumir de poder vivir santamente por sí solos, sino más bien pedir su luz e invocar su ayuda. Además, deben permanecer unidos en la caridad fraterna y en la comunión de la Iglesia, convencidos de que donde hay caridad, ahí también está el espíritu Santo de Dios." -- Contracubierta
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