“…En medio de un mundo globalizado por obra
y gracia de las tecnologías, pareciera que no hay fronteras, pero esto no significa que cada uno de nosotros no deba tener incorporado en su interior un sitio desde donde trabajar
y convivir de modo integrado.En este trabajo, como ha venido haciendo en los anteriores, la autora escribe de modo
cercano -como a ella le gusta decir desde
el cerebro pero también desde la piel-, sobre
el lugar de diferentes figuras afectivas:
el lugar de los padres,
el lugar de los niños,
el lugar de los abuelos,
el lugar de los
hermanos,
el lugar de los jóvenes,
el lugar del mundo
y, por último,
el lugar del terapeuta. …”
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