Siendo mui propio de nuestro ministerio procurar que todos nuestros Subditos mantengan la subordinacion debida á la Iglesia, y sus Pastores, y juntamente al Rey nuestro Señor (que Dios guarde) á sus Leyes, y Pragmatica Sanciones, no solo por el temor que inspira el rigor de las penas, sino es porque á ello están obligados en conciencia; respecto á haberse publicado legitimamente, y para fines muy graves, y de la mayor importancia, nos hemos valido de todos los medios que ha dictado la prudencia para llenar nuestra obligacion, ya encargando á nuestros Vicarios, Curas, Predicadores, y Confesores, quando de nuevo se destinan para estos empleos, que freqüentemente prediquen, y aconsejen el cumplimiento de las dichas Leyes, civiles, penales, tributarias, y monetarias, para desarraigar el vicio del Contravando, y fraudes que se hacen á la Real Hacienda, hasta lograr extirpar tan grave mal, y evitar sus funestas resultas; ya dirigiendo en el tiempo de nuestro Pontificado dos Cartas circulares á nuestros Vicarios, y