Summary: | Dejado, abandonado de todos y de s�i mismo, va el idiota. No se encamina hacia nada; la l�inea recta le es desconocida, y, pues que no va propiamente a ninguna parte, no tiene camino. Anda siempre dando vueltas; su moverse es un girar. Cuando quieto mueve casi imperceptiblemente la cabeza, lo hace en redondo tambi�en, y no en ese movimiento pendular de abajo arriba, en que cae la cabeza del hombre que no est�a haciendo nada, que alza la cabeza y la baja como atra�ido por una doble, contraria gravitaci�on. El idiota debe obedecer s�olo a una atracci�on que no se ejerce ni desde arriba ni desde abajo. Va rondando, bailando alrededor de algo, de un centro que, a veces, parece a punto de tocar, qued�andose entonces inmovilizado, pasmado, con la cabeza m�as redonda que nunca, vuelta hacia el cielo, como si recibiera una lluvia que solamente a �el le cae. (�) Ser�ian de dibujar estos pasos del idiota entre la multitud enlaberintada. Y esa su danza, que parece merodeo a un lado y a otro de los que caminan serios sabiendo muy bien ad�onde van y conociendo lo que les mueve. (�) Puesto que en el idiota, tan privado de direcci�on, s�olo la sonrisa la tiene y se abre dirigida hacia algo, despertada, atra�ida como le sucede al viviente en ese instante privilegiado en que coinciden amor y libertad. Suele llam�arsele, claro, bober�ia, y, a veces, idiotez, pura idiotez. Ha de ser verdad.
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